El ozono (O3) es una molécula formada por tres átomos de oxígeno que se forma como resultado de la reordenación de los átomos de oxígeno cuando las moléculas son sometidas a una descarga eléctrica, ya sean por medios naturales (tormentas eléctricas) ó artificiales.  El gas ozono  se encuentra de manera natural en la atmósfera y conforma la capa que rodea a la Tierra, protegiéndola de los efectos perjudiciales de los rayos del sol.

El ozono (O3) se caracteriza por tener un gran poder oxidante. Este poder oxidante convierte al ozono en una solución de alta eficacia y seguridad para desinfectar, siendo utilizado desde hace décadas en muy diversos campos, tanto en el hogar, en los negocios como en la industria alimentaria en general. Diversos estudios han demostrado que el ozono es el desinfectante natural más  eficaz y seguro que existe  para limpiar y purificar el aire y el agua.

El ozono es considerado uno de los agentes microbicidas más rápidos y eficaces que se conocen. La desinfección con ozono O3 elimina patógenos mediante la oxidación de la cobertura de virus, bacterias y hongos y un amplio espectro de microorganismos, que quedan desactivados sin dejar residuos tóxicos en los ambientes y personas.

Según la OMS, el ozono es el desinfectante más potente y seguro contra todo tipo de microorganismos, siendo 3.000 veces más poderoso que el cloro en su desinfección.

Otra de las funciones del ozono es su capacidad desodorizante. El ozono puede eliminar también los malos olores de raíz atacando directamente sobre la causa que los provoca y sin añadir ningún otro olor para intentar encubrirlo, como hacen los ambientadores.
Este tratamiento es especialmente útil en espacios cerrados donde no se suele renovar el aire constantemente. En este tipo de espacios, y además si hay una gran afluencia de gente, se generan olores desagradables (tabaco, comida, humedad, sudor, etc.) debido a las moléculas en suspensión y la acción de los distintos microorganismos sobre ellas.